Dos duendes y dos deseos - Cuento sobre la impulsividad para niños
Una historia de duendes para enseñar a los niños a pensar antes de actuar, a ser prudentes y coherentes, y a no ser impulsivos
- Dos duendes y dos deseos - Cuento sobre la impulsividad para niños
- Preguntas sobre el cuento para los niños - Comprensión lectora
- Más cuentos de duendes con mucha fantasía para niños
- Qué es la impulsividad y cómo identificarla en los niños
- Cómo trabajar y gestionar la impulsividad con los niños
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El cuento de Dos duendes y dos deseos trata un tema importante con los niños: las consecuencias de nuestros actos, y la importancia de ser prudentes y cautelosos. Con este cuento de duendes, los niños entenderán que deben pensar bien las cosas antes de actuar, y no dejarse llevar por sus primeros impulsos. Un cuento fabuloso para leer a los niños y hablar de valores esenciales con ellos, como es el valor de la amistad o el de la generosidad.
Dos duendes y dos deseos - Cuento sobre la impulsividad para niños
Hubo una vez, hace mucho, muchísimo tiempo, tanto que ni siquiera existían el día y la noche, y en la tierra sólo vivían criaturas mágicas y extrañas, dos pequeños duendes que soñaban con saltar tan alto, que pudieran llegar a atrapar las nubes.
Un día, la Gran Hada de los Cielos los descubrió saltando una y otra vez, en un juego inútil y divertido a la vez, tratando de atrapar unas ligeras nubes que pasaban a gran velocidad. Tanto le divirtió aquel juego, y tanto se rió, que decidió regalar un don mágico a cada uno.
- ¿Qué es lo que más desearías en la vida? Sólo una cosa, no puedo darte más - preguntó al que parecía más inquieto.
El duende, emocionado por hablar con una de las Grandes Hadas, y ansioso por recibir su deseo, respondió al momento.
- ¡Saltar! ¡Quiero saltar por encima de las montañas! ¡Por encima de las nubes y el viento, y más allá del sol!
- ¿Seguro? - dijo el hada - ¿No quieres ninguna otra cosa?
El duendecillo, impaciente, contó los años que había pasado soñando con aquel don, y aseguró que nada podría hacerle más feliz. El Hada, convencida, sopló sobre el duende y, al instante, éste saltó tan alto que en unos momentos atravesó las nubes, luego siguió hacia el sol, y finalmente dejaron de verlo camino de las estrellas.
El Hada, entonces, se dirigió al otro duende.
- ¿Y tú?, ¿qué es lo que más quieres?
El segundo duende, de aspecto algo más tranquilo que el primero, se quedó pensativo. Se rascó la barbilla, se estiró las orejas, miró al cielo, miró al suelo, volvió a mirar al cielo, se tapó los ojos, se acercó una mano a la oreja, volvió a mirar al suelo, puso un gesto triste, y finalmente respondió:
- Quiero poder atrapar cualquier cosa, sobre todo para sujetar a mi amigo. Se va a matar del golpe cuando caiga.
En ese momento, comenzaron a oír un ruido, como un gritito en la lejanía, que se fue acercando y acercando, sonando cada vez más alto, hasta que pudieron distinguir claramente la cara horrorizada del primer duende ante lo que iba a ser el tortazo más grande de la historia. Pero el hada sopló sobre el segundo duende, y éste pudo atraparlo y salvarle la vida.
Con el corazón casi fuera del pecho y los ojos llenos de lágrimas, el primer duende lamentó haber sido tan impulsivo, y abrazó a su buen amigo, quien por haber pensado un poco antes de pedir su propio deseo, se vio obligado a malgastarlo con él. Y agradecido por su generosidad, el duende saltarín se ofreció a intercambiar los dones, guardando para sí el inútil don de atrapar duendes, y cediendo a su compañero la habilidad de saltar sobre las nubes.
Pero el segundo duende, que sabía cuánto deseaba su amigo aquel don, decidió que lo compartirían por turnos. Así, sucesivamente, uno saltaría y el otro tendría que atraparlo, y ambos serían igual de felices.
El hada, conmovida por el compañerismo y la amistad de los dos duendes, regaló a cada uno los más bellos objetos que decoraban sus cielos: el sol y la luna. Desde entonces, el duende que recibió el sol salta feliz cada mañana, luciendo ante el mundo su regalo. Y cuando tras todo un día cae a tierra, su amigo evita el golpe, y se prepara para dar su salto, en el que mostrará orgulloso la luz de la luna durante toda la noche.
Preguntas sobre el cuento para los niños - Comprensión lectora
1. ¿Con qué soñaban los dos amigos duendes?
2. ¿Quién observaba a los duendes y qué poderes tenía?
3. ¿Qué deseo manifestó el primer duende al hada?
4. ¿Qué le hizo hacer el hada?
5. ¿Qué deseo manifestó el segundo duende al hada?
6. ¿Qué le hizo el segundo duende al primero?
7. ¿Qué hubiera ocurrido al primer duende sin el segundo?
8. ¿Qué has aprendido con este cuento?
9. ¿De qué te ha gustado más de esta historia?
Más cuentos de duendes con mucha fantasía para niños
Qué es la impulsividad y cómo identificarla en los niños
El autocontrol es una capacidad que los niños van desarrollando a lo largo de su vida con las experiencias y vivencias. Al adquirir el autocontrol el niño se sentirá más seguro de sí mismo, más autónomo, y tendrá una garantía de éxito en la vida.
¿Qué señales podemos identificar en los niños impulsivos?
- Cuando el niño se enfada y tarda mucho en calmarse
- Cuando el niño no respeta ni acata a las reglas del juego
- Cuando el niño quiere imponer sus propias normas, con autoridad
- Cuando el niño NO responde bien a un NO. No razona y contesta con pataletas, rabietas, gritos y descontrol.
- Cuando le decimos algo que a él no le apetece, se descontrola.
- Cuando el niño no tiene paciencia para leer y entender las reglas de un juego
Cómo trabajar y gestionar la impulsividad con los niños
La psicóloga Silvia Álava, doctora en la salud de la Educación, nos sugiere 5 consejos para manejar los impulsos de los niños.
1- Ser un ejemplo o un modelo para los hijos
No hay nada mejor que eso para corregir una mala conducta o acto de los niños. Los padres son los primeros que deben aprender a autocontrolarse cuando la situación lo exija. Si siempre se enfadan cuando algo no les sale mal, los niños copiarán esta conducta.
2- Establecer consecuencias de sus actos
Los adultos estamos preparados para evitar ciertas conductas porque sabemos que pueden tener consecuencias, pero los niños no las conocen. Por lo tanto debemos ayudarles a saber qué puede ocurrir en caso de que actúen de una determinada manera: ya sea que NO les dejemos ver su programa favorito de televisión o no bajar al parque.
3- Fomentar el autocontrol corporal en los niños
Los niños han de ser conscientes de su cuerpo. Juegos como por ejemplo, hacer que somos tortugas y movernos muy despacio o que somos liebres y movernos muy rápido, son muy beneficiosos.
4- Dar una pequeña paga y enseñar a los niños a gestionarla
Con eso, los niños aprenderán a valorar las cosas. A niños un poco más mayores podemos enseñarles a gestionar el dinero para inhibir esas costumbres de querer algo y quererlo ya. Con su paga podrán comprar aquello que desean, pero no siempre podrán adquirirlo en el momento, en ocasiones deberán demorar ese deseo hasta que consigan ahorrar el dinero suficiente.
5- Aprender a seguir instrucciones, reglas y normas
Los niños deben aprender a seguir y obedecer a las normas y los límites. Hay que enseñar a los niños el orden de ciertas tareas, para ello podemos utilizar ciertas actividades como enseñarles a cocinar. Pueden aprender a través de la elaboración de recetas que si no seguimos las instrucciones correctas, el plato no saldrá bien.
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