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María Adánez está en un buen momento. Nos recibe con una sonrisa en Cádiz para repasar su carrera. Ha recibido en la ciudad andaluza el premio Honorary SISF Member en el South International Series Festival y además ha presentado allí la 15ª temporada de 'La que se avecina', ficción a la que vuelve después de un largo tiempo. Retoma así su personaje de Rebeca Ortiz, que interpretó en las temporadas 7 y 8, una década atrás.
Además, en noviembre volverá a subirse a las tablas teatrales en Madrid con la obra 'La gramática'. Vuelve a la actividad interpretativa con muchas ganas, tras un hiato de tres años que ha dedicado a la maternidad, dejando claro que "un actor nunca se olvida de la profesión". Con ella hablamos de sus éxitos y hasta de un encuentro con Helen Mirren.
¿Cómo recibes este premio?
Los premios siempre son un abrazo enorme que te da la profesión o las personas que apuestan por ti y te hace pensar que todo lo que has hecho ha merecido la pena. La respuesta inmediata que tenemos los actores siempre es con el público. Yo hago muchísimo teatro y enseguida sabes si lo que estás haciendo gusta o no gusta, o en la televisión es el share. Pero luego los premios son una forma de decirte: sí, nos gusta lo que haces.
¿Qué proyectos consideras que te han traído hasta aquí?
He tenido la suerte de participar en series emblemáticas de la historia de la televisión de España. Ya había hecho cosas antes, pero participo con 14 años en 'Farmacia de Guardia', que fue la primera sitcom de este país. Antonio Mercero es el que trae el concepto de decorados con tres cámaras como lo estaban haciendo los americanos, en un formato de comedia costumbrista, con una familia, un barrio... También tuve la suerte de estar en 'Pepa y Pepe', otra de las series emblemáticas de este país. Luego vino 'Aquí no hay quien viva', luego 'La que se avecina'... Esas grandes series, más todo lo demás, me han traído hasta este premio. Son muchos años y series muy importantes en cada tiempo.
¿En la calle te paran para mostrarte cariño?
Todo el mundo, desde hace mil años.
¿Y siempre es por 'Aquí no hay quien viva'?
No, la gente me reconoce como María Adánez, y eso es como bonito porque no es por ningún personaje en sí. Yo he ido creciendo con la gente con todas esas series que han ido conectando con el público. Incluso 'Aquí no hay quien viva' se puso otra vez en Netflix el año pasado y estuvo durante mogollón de meses en los 10 programas más vistos, que yo decía: 'No me lo puedo creer, esta serie no va a morir nunca'. Y ahora 'La que se avecina', que me llega mucho público joven.
¿Qué alegrías que te ha dado la profesión?
Haber conocido gente excepcional y maravillosa. Me viene a la cabeza Verónica Forqué, que en paz descanse, porque para mí 'Pepa y Pepe' fue un momento vital en mi carrera, o haber cenado con Helen Mirren en Los Ángeles.
¿Cómo fue aquello?
Yo hice una película producida por Tom Hanks ['Mi vida en ruinas'] que la estrené en Los Ángeles y tuve la suerte de cenar con ella y poder hablar de teatro. Es una persona a la que admiro profundamente y una grandísima actriz de teatro. Yo entonces estaba haciendo 'La señorita Julia' y hablamos largo y tendido. Se me quedó con los ojos como de emoticono cuando le dije que yo llevaba 200 funciones de 'La señorita Julia', porque los actores británicos no hacen las giras que hacemos en este país. Me dijo: 'Te mereces una estrella en el firmamento por haber hecho 200 funciones de 'La señorita Julia' que es una función durísima y dificilísima'. Y yo le explicaba que en España lo lógico es que tú estés con una función un año o un año y medio.
Entonces, disfrutas mucho la profesión...
El cine es una profesión de locos; estar rodando en cementerios, en sitios insospechados, a cualquier hora del día... Esa anarquía, ese estar conectado siempre con la creatividad.
¿Se echa de menos a veces tener lo contrario a esa anarquía?, ¿alguna vez has fantaseado con un trabajo de oficina?
No, no podría. Me moriría de pena. De hecho, he estado retirada tres años para ser mamá, porque quería estar los dos primeros años con mi hijo y estar más presente, y lloraba embarazada porque quería hacer teatro. Me decía mi marido: 'Pero si ya volverás, tienes dos funciones esperándote'.
Cuando te planteaste ese retiro temporal, ¿te daba miedo que dejasen de tenerte en mente para proyectos lo que que fuesen a pensar de ti?
No lo pensé. Quería ser mamá y lo he sido con 45 años, que es bastante tarde para una mujer, así que prioricé ante todo la maternidad y el lujo de poder permitirme retirarme de esta profesión. Lo demás, no lo pensé. Pensé: 'Bueno, qué más da, si la profesión muchas veces me olvida a mí'. Un actor nunca se olvida de la profesión.
¿Has sentido que te han olvidado en algunas etapas de tu carrera?
No me ha faltado el trabajo nunca porque no me ha faltado nunca el teatro. El teatro es un maravilloso seguro de vida para los actores y especialmente para las actrices. En el teatro no hay esa exigencia contra el envejecimiento tan fuerte como lo hay en el cine y en la televisión. Puedes envejecer, puedes tener 5 o 10 kilitos más, porque lo importante en el teatro es tu energía más que la perfección en tu rasgos faciales.
Fuiste niña actriz. ¿Cómo ves ahora entrar en la profesión desde tan joven?
Pues ahora que soy mamá y tengo una sensibilidad mayor con la infancia, doy las gracias a mi entorno, a mis padres, y me doy las gracias a mí misma por no haberme perdido. He trabajado mucho siendo muy joven y era fácil perderse era fácil perderse en el éxito, en estas locuras que te hacen como despegar los pies de la tierra... Y no lo he hecho nunca. También ha formado parte de mi personalidad. Siempre he tendido a ser normal. Me gusta mucho mi profesión, pero no me gusta la vanidad. En retrospectiva, veo que se necesita mucho amor propio, mucho creer en uno mismo, mucha resiliencia, mucha valentía... No es fácil para los niños. Si realmente te quieres dedicar a esto, hay que tener la cabeza muy bien amueblada y un entorno que te dé mucha seguridad, te ponga los pies en la tierra y te haga ver esta profesión con perspectiva.
Si tu hijo te dijese que quiere ser actor, ¿cómo lo verías?
Sinceramente, no me gustaría. Si quiere ser actor, por supuesto, yo no se lo voy a impedir. En mi entorno cercano no se dedican a esta profesión y cuando digo esto me dicen: 'Bueno, pero es que todas las profesiones son difíciles'. Digo: 'Ya, pero me da la sensación de que cualquier otra profesión tiene más estabilidad que la mía'. Los actores nunca tenemos un suelo seguro y no se lo deseo nadie. Luego es la profesión más bonita del mundo. Yo no podría hacer otra cosa. Sí, podría a lo mejor escribir, dirigir, me encantaría cantar en un musical, pero siempre enfocado a lo mío.
En teatro has hecho mucho drama. En televisión y cine, en cambio, más comedia. ¿Crees que se te ha reconocido lo suficiente como cómica?
Mira, me viene a la mente Verónica Forqué. No sé si fue cuando hicimos 'Pepa y Pepe', en 'El tiempo de la felicidad' o después, pero me dijo un día: 'Mari, has empezado esta profesión por el lugar más difícil, la comedia. No te van a valorar nunca. Tienes que hacer de prostituta o de alcohólica para que digan 'qué buena actriz''. Y tenía razón. Y eso que somos un país de grandísimos cómicos y de grandísimas cómicas.
Decías antes que 'Aquí no hay quien viva' no muere nunca. No solo se sigue viendo, sino que salen constantemente memes de la serie. ¿Qué tiene?
Es que Alberto y Laura son unos genios. No solo porque escriben como Dios, sino que fueron muy visionarios y muy modernos y se anticiparon a muchas cosas. 'Aquí no hay quien viva' fue la primera serie que trataba la homosexualidad de una manera absolutamente natural y normal. Fuimos los primeros y muchas generaciones aprendieron que la homosexualidad es una cosa normal de un hombre que quiera otro hombre. No había que hacer más feria al respecto. Y eso fueron ellos. Rompieron con cosas establecidas. Era muy raro tener a tres señoras mayores en un piso y una de ellas fumando como una carretera. Creo que es lo que tiene 'Aquí no hay quien viva', que siempre será como atemporal.
Y de Lucía en concreto, ¿qué destacarías?
Plantearon también la primera mujer independiente, que se compraba un piso y que tenía el concepto de mujer libre. Era un personaje que hacía lo que le daba la gana y no dependía de ningún hombre.
Fueron años de éxito, pero también complicados, ¿no?
'Aquí no hay quien viva' fue absolutamente una locura. Los que hemos estado en la serie es como si hubiésemos estado en la guerra de Vietnam. Hubo un momento que le pidieron a José Luis Moreno tantos, tantos capítulos que no dábamos abasto. Trabajábamos los sábados, los domingos. Pero sabíamos que estábamos haciendo algo excepcional, de un exitazo enorme, y estábamos felices de formar parte de ello.
Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y 'Chicago' me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, "me tenían que dar una subvención por la alegría".