Relajar los límites y normas con los niños en Navidad, ¿hasta qué punto?
En las vacaciones navideñas, hay algunos límites que podemos flexibilizar, ¡pero otros no!
- Hasta qué punto podemos relajar los límites y las normas en Navidad
- Límites de los niños en los que podemos ser flexibles en navidades
- Las normas que no se pueden romper ni siquiera en Navidad
La Navidad es una de esas épocas del año en la que tendemos a relajarnos y a bajar la guardia en cuanto a hábitos y rutinas se refiere. Son fechas especiales, con reuniones familiares, nervios a flor de piel y niños que esperan ansiosos la llegada de Papá Noel y de los Reyes Magos. Aunque a todos nos sientan bien unas vacaciones y romper con las rutinas diarias en Navidad, relajar los límites y las normas con los niños en exceso puede que no sea tan buena idea en cuanto a las funciones parentales se refiere.
Te lo contamos a continuación, en este post en el que nos preguntamos hasta qué punto podemos relajar los límites y las normas con las que educamos a nuestros hijos durante la Navidad.
Hasta qué punto podemos relajar los límites y las normas en Navidad
Ciertamente Navidad solo es una vez al año y merece la pena que los niños puedan vivirla con ilusión, esperanza y alegría. Sin embargo, también es importante no descuidar su educación y no olvidar que las normas y límites no entienden de vacaciones. Aunque sí es verdad que durante este periodo y en otros podemos mostrarnos más tolerantes en algunos puntos. Porque tan malo es ser excesivamente permisivos como inflexibles, estrictos y autoritarios.
Sin las obligaciones escolares que requieren levantarse pronto, y horarios fijos de comidas, estudio y baños, los niños - pequeños y no tanto -, pueden sentirse perdidos en caso de que los padres, invadidos por ese espíritu navideño tan entrañable nos mostremos excesivamente permisivos. Esto puede traducirse en alteraciones en la conducta habitual de nuestros hijos mostrando mayor irritabilidad y más desbordamientos emocionales.
Sabemos, y así lo hemos escrito en otras ocasiones, que durante la Navidad es posible que los niños tengan más rabietas producto de un exceso de estimulación o necesidades físicas y emocionales no del todo bien cubiertas.
De manera que, mantener los limites y las normas con cierta flexibilidad ayuda a conservar el equilibrio familiar, mejorando el comportamiento desbordado, a la vez que seguimos transmitiendo valores como el respeto por los demás, y les ayudamos a adquirir mayor autocontrol. Recordemos que los niños pequeños necesitan primero de un control externo para desarrollar el interno. Un niño al que se le permite todo difícilmente aprenderá a tener límites consigo mismo ni respetará los de los demás.
[Leer +: Cómo mantener los hábitos de los niños en Navidad]
Límites de los niños en los que podemos ser flexibles en navidades
A continuación exponemos algunos puntos en los que podemos flexibilizar.
- Horario de cenas y comidas
En función de la edad de los pequeños podemos ser más anchos de manga en cuanto a los horarios de comidas y cenas, adaptándonos a las circunstancias especiales de los días más señalados de la Navidad. De modo que no es preciso estar pendientes del reloj para seguir las mismas horas que cuando van al colegio.
Eso sí, debemos intentar que no pase mucho tiempo sin comer para evitar que empiecen a irritarse a causa del malestar que provoca la sensación de tener el estómago vacío.
- La hora de levantarse por las mañanas
De igual manera, al estar de vacaciones es posible que algunos niños, sobre todo los más mayores, se levanten algo más tarde de lo que suelen hacerlo. Algo que su cuerpo y cerebro agradece y que aprovecha para recargar energía, recuperarse del día anterior y fijar aprendizajes. Sin embargo, hablaremos de hasta qué punto es conveniente dejarles dormir hasta que se cansen en el siguiente apartado.
- Más tiempo para jugar (¡mucho más!)
Importantísimo, permitir y favorecer que jueguen tanto como necesiten, pero alejados de las consolas o cualquier otro tipo de dispositivo electrónico. Recordemos que el juego es fundamental en la infancia y es el modo mediante el cual los niños aprenden el funcionamiento del mundo en el que viven. Un niño que juega es un niño que desarrolla habilidades cognitivas tan importantes como la atención, la memoria o la resolución de problemas, pero también la imaginación, la creatividad y otras habilidades sociales como la negociación o la empatía.
Durante el juego es frecuente que se alboroten, griten, hablen alto y haya algarabía, debemos ser tolerantes respecto a este punto siempre y cuando no causen desperfectos o puedan lastimarse ellos o a terceros.
Las normas que no se pueden romper ni siquiera en Navidad
Tal y como hemos vista, hay puntos en los que podemos transigir y permitir cierta flexibilidad, sin embargo hay otros en los que no es nada conveniente hacerlo. Por ejemplo debemos tener especial cuidados fijando normas y límites claros en cuanto a:
1. Pantallas, dispositivos electrónicos y tiempo de uso
Si bien es cierto que durante las vacaciones de Navidad los niños tienen muchas horas libres no debemos permitir que las llenen de actividades pasivas como es mirar la televisión, YouTube, o aplicaciones varias que no les estimulan ni cognitiva ni físicamente y que tienen efectos devastadores sobre los cerebros inmaduros de nuestros hijos, sobre todo en los de los más pequeños.
Para ser conscientes del tiempo que nuestros hijos pasan usando las pantallas, desde el programa 'Podemos!' de los Institutos Nacionales de la Salud del Gobierno de Estados Unidos se nos propone registrar por escrito todos los momentos de cada día en el que nuestros hijos utilicen la televisión, videojuegos, móvil, tableta, etc. De esta forma, seremos más conscientes y podremos ponernos manos a la obra para limitar el uso de pantallas.
2. Dormir hasta el medio día
Aunque el cuerpo y el cerebro necesita dormir para recuperarse es conveniente que sigamos unos horarios más o menos regulares aunque se esté de vacaciones de Navidad. Los niños más pequeños suelen despertarse a las mismas horas que lo hacen durante el resto del año, sin embargo los más mayores y adolescentes por las características de la etapa suelen hacerlo más tarde.
Debemos ser tolerantes con sus necesidades de descanso pero siempre dentro de unos límites que permitan el correcto funcionamiento de las dinámicas familiares y la realización de sus tareas diarias.
3. Comer a cualquier hora, momento y en exceso
Si bien podemos flexibilizar en cierta medida los horarios de las comidas debemos intentar mantener cierta regularidad, es decir evitar un día comer a una hora y al siguiente a otra totalmente distinta. Del mismo modo debemos mantenernos firmes con las cantidades de alimentos que permitimos que ingieran; que sea Navidad no debe por qué ser sinónimo de permitir comer una tableta de turrón de una sentada.
4. Los insultos o palabras malsonantes
Por supuesto no hay cabida para los insultos, los malos modos, las faltas de respeto de cualquier tipo, ante los cuales no debemos relajarnos porque sea Navidad, estemos de visita o haya familiares en casa.
En conclusión, se trata de tener sentido común y permitir todo aquello que favorezca el desarrollo de nuestros hijos y limitar todo lo que les ponga en riesgo a ellos o a un tercero, a corto, medio y largo plazo.
Los límites y las normas nos ayudan a mantener nuestro equilibrio personal y a poder convivir en sociedad. No hay nada peor que permitir a un niño hacer y deshacer a su antojo, sin límites que le contengan ni normas que le describan qué es lo que se espera de él en cada momento y situación (¡incluso en Navidad!).
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