Desarrollar la empatía de los padres, el secreto de la buena crianza
Comprender el cerebro de los niños nos ayudará a ser empáticos con sus necesidades
- Cómo desarrollar la empatía de los padres hacia sus hijos
- Entender el cerebro infantil para ser empáticos con sus necesidades
- Cuál es el secreto de la buena crianza de los niños
Aunque tratemos de cuidar con afecto y comprensión a nuestros hijos, muchas veces es realmente difícil saber ponernos en su lugar y empatizar con ellos, particularmente en aquellos momentos en los que tienen una respuesta desmesurada o fuera de lugar. Sin embargo, desarrollar la empatía de los padres hacia los hijos es realmente importante si nuestro objetivo es ofrecerles una buena crianza.
Cómo desarrollar la empatía de los padres hacia sus hijos
En primer lugar, tenemos que reconocer que la manera en la que los niños procesan la información es diferente a cómo lo hacemos los adultos. Su cerebro no está del todo maduro - de hecho, el cerebro termina de madurar entre los 20 y 30 años de edad - y funciones como el control de impulsos no están del todo desarrolladas.
Los niños son más emocionales que los adultos, debido a que no pueden 'racionalizar' sus emociones. Por este motivo, es responsabilidad de los adultos ayudarles a entender lo que les pasa, a poner nombre a sus emociones y pensar en respuestas más adaptadas a la situación.
De esta manera, si deseamos que nuestros hijos sean el día de mañana adultos empáticos y con buenas habilidades sociales, los padres deben ofrecerles esa primera experiencia. Por lo tanto, se trata de que los primeros en demostrar esa empatía seamos nosotros, sus padres. Y la mejor forma para hacerlo es comprender un poco mejor el cerebro de los niños.
Entender el cerebro infantil para ser empáticos con sus necesidades
Veamos algunas características del cerebro del niño que nos ayudaran a ponernos más fácilmente en su lugar.
La mente del niño piensa a corto plazo
A los niños les cuesta anticipar las consecuencias y regular sus acciones a medio - largo plazo. Por lo tanto, es difícil que aparezcan en su mente pensamientos como: 'Voy a hacer ahora los deberes para luego tener tiempo para jugar'.
Para ello, las pautas y rutinas ayudan a los niños a interiorizar que la obligación es mejor hacerla antes que el juego. O que la recompensa (jugar, salir a dar un paseo, ir al parque...) viene después de algo que nos resulta más desagradable (hacer los deberes, recoger el cuarto, comer una comida que no gusta...).
Esto nos puede ayudar a entender que muchos comportamientos que los adultos esperamos que los niños automaticen (sentarse en la mesa a cenar sin repetírselo, recoger el cuarto, irse a bañar...) sea misión imposible, ya que los niños no están preparados para anticipar sus quehaceres y obligaciones, por ello necesitan a un adulto que les guíe, y sí, se lo repita varias veces.
El cerebro de los niños busca la gratificación inmediata
El cerebro del niño es cortoplacista y busca la gratificación inmediata. Esto se debe a que a los niños les resulta difícil posponer las recompensas y por ello buscan satisfacer sus impulsos de manera automáticamente. Por eso, muchas veces si quieren un dulce, lo quieren ya, y pueden cogerse un gran berrinche por no satisfacer esa necesidad.
Esto nos debe ayudar a poder entender el porqué de ese berrinche y, así, tener empatía y validar las emociones de nuestro hijo o hija; pero no por ello significa que debemos satisfacer ese deseo, que en la mayoría de los casos no resultaría beneficioso para el niño.
La empatía, una habilidad que se gana con los años
Una de las características de la infancia es que a los niños les cuenta mucho ponerse en el lugar del otro de la misma manera que lo hacemos los adultos. Muchas veces vemos como el padre o la madre, después de un largo y duro día de trabajo, necesita que sus hijos sean rápidos en el proceso del baño y la cenas, sin embargo, parece que los hijos no empatizan con la necesidad de sus padres.
No debemos tomárnoslo como una ofenda hacia nosotros o entenderlo como que nuestros niños son poco considerados con nuestras necesidades. La razón es que los niños todavía no pueden detectar y percibir esa sensación compleja del adulto y mucho menos cambiar su comportamiento para que se sientan mejor. No olvidemos, que la empatía se va desarrollando con los años.
A los niños les afecta mucho los cambios físicos
En los niños los estados de hambre, cansancio o sueño repercuten de manera muy potente en su comportamiento. Puede que se pongan más desobedientes, retadores, llorosos o desafiantes. Es normal, su cerebro, todavía sin desarrollar, no cuenta con toda la energía y no puede todavía elaborar respuestas compensatorias. En estos casos sí que es beneficioso satisfacer su necesidad: si un niño tiene hambre, debe comer o si tiene sueño, debe dormir. Una vez más, resulta importante desarrollar la empatía de los padres para que comprendan las necesidades de los pequeños de la casa y les ayuden a satisfacerlas.
El cerebro infantil necesita libertad
Aunque para una buena crianza los niños necesitan los límites y las rutinas para su bienestar y buen desarrollo emocional y social, todos los niños requieren también de espacios de libertad, donde jueguen sin normas ni reglas y puedan desprenderse de todas aquellas pautas que les acompañan en el día a día.
Los niños no tienen la plena capacidad de autorregularse, y como comentábamos previamente, somos los adultos los que les debemos dar esa regulación desde fuera; pero siempre ofreciendo momentos de descarga, momentos de relajo donde puedan disfrutar de su independencia sin juicios ni pautas.
Cuál es el secreto de la buena crianza de los niños
Todas las dimensiones que engloban el carácter y comportamiento de un niño: la dimensión cerebral, emocional y social, están construyéndose, por lo que no debemos juzgar con nuestra mirada de adulto sus respuestas. Debemos tratar de ponernos en su lugar y empatizar con sus necesidades.
Muchas veces es necesario tratar de recordar nuestra infancia, cómo éramos nosotros de niños, qué nos gustaba hacer, a qué juegos nos gustaba jugar con nuestros amigos, por qué cosas nos regañaban nuestros padres y no lo entendíamos, etc.
Hacerse la siguiente preguntas es un gran ejercicio para ponerte rápidamente en su lugar: ¿cómo respondía yo cuando tenía la edad de mi hijo? Qué importante es desarrollar la empatía de los padres. A continuación te ofrecemos un resumen de todo lo que debes saber sobre la empatía de los niños y los padres:
- Los niños procesan la información de manera distinta a los adultos. Su cerebro aún no está maduro pero, además, los niños son más emocionales, no pueden racionalizar sus emociones. Por ello, los padres deben ayudarles a gestionarlas.
- Si queremos que sean adultos empáticos, los padres debemos ser su primera experiencia de empatía. Somos su ejemplo a seguir.
- La mente infantil piensa a corto plazo, les cuesta anticipar consecuencias. Necesitan guía y rutinas.
- Les afectan mucho los cambios físicos como hambre o sueño.
- La empatía se desarrolla con los años, según los pequeños van creciendo.
- Necesitan espacios de libertad sin normas para descargarse. No debemos juzgarles, sino tratar de recordar cómo éramos de niños.
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Bibliografía
- Fernández Tueros, I. (2015) Desarrollo de la empatía en edades tempranas. Trabajo de Final de Grado. Escuela Universitaria de Magisterio de Bilbao. Disponible en: https://addi.ehu.es/bitstream/handle/10810/17631/?sequence=2