Momentos complicados de la crianza que ponen en jaque a las mamás

Sin duda, en el camino de la maternidad existen desafíos a los que TODAS las madres se enfrentan mientras sus hijos crecen

Fabiola Hernández Pérez, Periodista y editora
En este artículo
  1. Los momentos más complicados de la crianza siendo mamá de dos
  2. ¡Ha llegado mi pequeño bebé! ¿Y ahora qué hago con él?
  3. Ahora sí ya le agarré el modo: mi segunda vuelta a la maternidad
  4. Tener un hijo rebelde o lo que aprendo día a día con él

Si habláramos de los momentos complicados de la crianza que ponen en jaque a las mamás, sin duda, habría muchas respuestas: que si los terribles 2, la etapa de dejar los pañales, si hacemos BLW o seguimos con papillas, la lucha porque dejen el biberón, cuando aprenden a caminar o cuando se enferman y no saben decir qué les duele... en fin, son retos por los que toooodas pasamos, pero espérense a llegar a la etapa escolar y a la bendita adolescencia... aquí les cuento.

Los momentos más complicados de la crianza siendo mamá de dos

Momentos complicados de la crianza

Alguna vez, hace unos cuantos añitos, leí una imagen que decía (palabras más, palabras menos): 'Estoy cansada de ser mamá, pero amo a mis hijos hasta el infinito'. Pensé muy sinceramente: '¡Eso es una tontería! ¿Cómo vas a estar cansada de ser mamá y a la vez amar a tus hijos? ¡Es taaaan contradictorio!' Pero ahora, al paso del tiempo y con una preadolescente en casa y un niño 4 años más chico, ¡lo comprendo!

Tratar de criar a un niño y a una niña no es tan fácil como parece. Siempre he creído que la 'parejita' ideal de los hijos es dos niños y dos niñas, no uno y uno. ¿Por qué? Porque son compañeros de juegos rudos o de muñecas y princesas, pueden usar la misma ropa y dormir juntos en la misma habitación hasta por muchos años, cosa que no sucede cuando son opuestos.

En mi caso, mis niños se llevan 3 años, 9 meses, la niña fue la primera hija, nieta, sobrina y obvio toooodo mundo le hacía fiestas, la consentía y mi hermana le compraba muchas cosas. ¿Su papá? ¡Enamorado de ella! Así, fue la vida apacible hasta que estaba por llegar su hermanito. Por mi embarazo delicado ya no podía cargarla y eso dificultaba muchas cosas con ella.

Ahí fue el primer reto de crianza: ¿qué decir a una niña de poco más de 3 años cuando dice 'es que tú no eres ya mi mamá porque no me bañas ni me cargas'? Mi corazón se apachurró, pero era la verdad: por mi situación dejé de atenderla y mi exmarido y mi mamá se encargaban. Se ponía irritable, de todo lloraba y yo no podía más. Ella no tuvo los terribles 2, ¡tuvo los tremendísimos 3! Pero, recopilemos un poco...

¡Ha llegado mi pequeño bebé! ¿Y ahora qué hago con él?

La llegada del nuevo bebé

Siempre he contado que tuve a mi primera hija así como se dice en México: 'A la de sin susto', es decir, sin pensarlo tanto porque si lo hubiera planificado quizá hubieran pasado más años para tenerla. Con su papá jamás platicamos en sí de modelos de crianza o si seguiríamos alguna pauta. Acá en mi país es bastante común hacer caso a las abuelas o mujeres más experimentadas, por lo que por ahí seguimos.

Vivimos con mi madre casi dos años y cuando nos mudamos de casa, empezó el reto: mi hija de todo lloraba, no quería estar en su habitación, otra vez comenzó a comportarse como bebé y los dichosos terrores nocturnos. A eso súmenle que estaba aprendiendo a dejar el pañal, todavía usaba chupón y biberón, pero como padres con corazón de pollo no se los quitábamos porque 'era nuestro único bebé'.

¿No he mencionado que ella es niña de guardería, verdad? ¡Ah, pues eso también supuso un reto! En México, las mamás que trabajan regresan a laborar a los 40 días después de dar a luz y precisamente de esa edad la tuvimos que dejar encargada. Lloré y lloré todo el día, me decía que era mala mamá por dejarla con una desconocida para irme a trabajar.

Esta sensación me duró años, porque veía a mi bebé muy poquito en la mañana y muy poquito en la noche, así que iba creciendo entre guardería y cuidados de su abuela. Por eso, los berrinches nos los hacía a su papá y a mí, se comportaba mal con nosotros y lo que hacíamos era consentirla más, ¡error! Así que fue que tuvimos que poner límites.

Ahora sí ya le agarré el modo: mi segunda vuelta a la maternidad

Segunda vuelta a la maternidad

En esas estábamos cuando decidimos tener un segundo bebé y aunque por un tiempo las cosas se acomodaron el solo hecho de que vendría un pequeñito dio al traste con todo lo que habíamos logrado con mi hija. Otra vez empezó a querer dormir con nosotros, no quería obedecer, se ponía de malas, quería que la cargara cuando no podía y estaba muy irritable.

Cuando estaba yo a punto de dar a luz, hicimos más ajustes y logramos que mi hija recibiera a su hermanito con mucho amor y sin berrinches. Lo procuraba y para que no se sintiera desplazada salía con su papá o conmigo al cine o al parque, tratábamos de darle su espacio sin el bebé. Precisamente cuando estos retos parecían controlados llegó el mayor: el divorcio.

Sí, de pronto me vi con dos niños chiquitos, uno de 2 años y otra a punto de cumplir 6, más el ajuste de hacerme cargo yo sola de todo. Hice malabares para dejar a ambos en la guardería y en su escuela, mi mamá jugó un gran papel y me ayudaba en todo. Aunque a veces su papá se hacía presente, el 90 por ciento del tiempo yo debía cubrirlo.

Aunque suene muy sencillo decirlo, hemos pasado así 7 años, en los cuales ha habido muuuuuchos retos más, sobre todo porque, como decía al inicio, no es lo mismo criar a un niño que a una niña, y mucho menos hacerlo sin su figura paterna en casa. Hoy por hoy creo que ese ha sido el momento más complicado de la crianza de mis hijos: que comprendan que su figura de autoridad soy yo, pero no la mala del cuento.

Tener un hijo rebelde o lo que aprendo día a día con él

Tener un hijo rebelde

Sin embargo, para explicar un poco mejor a qué me refiero cuando digo que NO es lo mismo cuidar a un niño que a una niña, les hablaré de mis hijos por separado. Empecemos por mi hijo. Él siempre ha tenido un carácter muy dulce y sosegado, tierno y tranquilo, es más apegado a mí y desde siempre ha sido un perfecto caballero porque siempre comparte lo que tiene y me procura aunque sea un vaso de agua.

El detalle con él radica en un pequeño defectito: es muy rebelde. No le gusta sentirse atrapado, su naturaleza práctica y tajante lo hacen terminar rápido las cosas para poder estar a placer en su tablet o haciendo figuras en plastilina. Esto no sería problema si no afectara su comportamiento en la escuela, lo que le vale un reporte de vez en vez.

Aún así, siempre está en el cuadro de honor y en más de una ocasión he sido la orgullosa mamá de un niño al que le reconocen que es el mejor de su clase, solo que no he podido lograr que obedezca a la primera si le pido que arregle su habitación, que haga su tarea o que recoja sus juguetes. Ese es mi reto como mamá y he comprendido que:

  • Es un niño de desafíos y recompensas, así que eso debo ofrecer.
  • Que su naturaleza es así: inquieta y debo buscar algo que la canalice.
  • Me ha enseñado a trabajar mi paciencia.
  • Al ser bien dirigido puede lograr varias cosas.
  • Yo soy la mamá que debo ser asertiva y estar siempre para él.  

La llegada a la preadolescencia y el reto de ser mamá de una señorita

Llegada a la preadolescencia de los hijos

Ahora hablemos de mi hija. Ella es todo lo contrario: no es nada apegada, es muy seca para mostrar sus sentimientos y tiene un carácter difícil. Hemos llegado a chocar bastante porque ha llegado a una etapa inevitable: la preadolescencia. Aquí es cuando ella ya me odia, no me quiere ver ni en pintura, pero a la vez me busca, quiere que la abrace o me pide dormir juntas.

Ha entrado en esa etapa de la contradicción y yo como mamá a veces me conflictúo. Siempre he tenido fama de ser mamá militar y ahora no sé si eso es lo correcto. Otro nuevo reto para mí es es bajar mis estándares de disciplina, relajarme un poco más y hacer que mi hija me tenga más confianza. Debo entender que ella ya no es mi pequeñita de kínder ni primaria, ya es una señorita de secundaria.

De repente me encontré que en vez de moñitos y calcetas, ahora le compro maquillaje. Que ya no ve 'Dora, la exploradora', sino que se la vive enamorada de los chicos de BTS y tiene la loca idea de querer viajar a Corea a conocerlos. Que un día quiere estar siempre conmigo y me abraza, y al otro día quiere que la deje irse a casa de su abuela. Con ella, he aprendido que:

  • Los hijos sí crecen de la noche a la mañana y no nos damos cuenta.
  • El hijo que menos se parece a ti es el que más te reta en tu maternidad.
  • Ninguna mamá, NINGUNA está preparada para la adolescencia de sus hijos.
  • La amo con todo mi ser a pesar de que bajó en sus calificaciones y no quiere hacer tarea.
  • No puedo hacer nada por evitar que le rompan el corazón ahora que se fija en los chicos.

En ambos casos, mis niños me han dejado el reto más duro que todavía me falta enfrentar: sus alitas ya se están formando porque algún día volarán de mi lado...

La voz de los papás en las rrss de Guía Infantil sobre los desafíos de la crianza

Opiniones de redes sociales

Preguntamos a nuestros seguidores en Facebook, sobre cuál ha sido el momento más complicado en la crianza de sus hijos y elegimos algunos para publicarlos en el banner que ves arriba y compartirlos contigo. Eso sí, todos los comentarios nos hablan de grandes mamás que hacen todo por sus hijos y quieren ser la mejor versión de sí mismas. ¡Lo están haciendo muy bien!

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