María Teresa Álvarez, pregonera de la Semana Santa de Avilés: "Las procesiones son el sentimiento de amor a Dios"

La periodista da un repaso a los pasos avilesinos en su alocución recibida con aplausos y desea que la Semana Santa local sea de interés turístico nacional

I. G.

Avilés

María Teresa Álvarez deseó que la Semana Santa de Avilés consiga su propósito de convertirse en fiesta de interés turístico nacional. Lo expresó antes de subirse al púlpito de la iglesia de San Nicolás de Bari para leer el pregón de la Pascua avilesina, donde la escritora y periodista concitó aplausos y más aplausos de un templo a rebosar, en el que no cabía ni un alma, y donde se dieron cita las ocho cofradías de la Semana Santa avilesina para escuchar el repaso emotivo y personal que Álvarez dio de la "espectacular" tradición que se mantiene viva en Avilés.

El párroco de San Antonio de Padua, Luis López fue el encargado de presentar el acto. Carlos Fernández Mora, como presidente de la junta de cofradías de Semana Santa, habló de "emoción, sentimiento y fe" que son los motivos que "envuelven" a los cofrades de una celebración como la Pascua "que no es solo religiosa, sino también histórica y cultural". Un fuerte aplauso dio la entrada a María Teresa Álvarez, que se acercó al púlpito para enunciar su sexto pregón de Semana Santa, el primero en Avilés.

Celebró "la especial ilusión" que le hace ser pregonera de la Pascua local por sus "recuerdos juveniles, muy cercanos al corazón". Ensalzó además la labor que realizan las cofradías "que son parte visible del cuerpo de la iglesia". "Son ellas las que dan vida a la religiosidad popular, que no es más que la manifestación pública del sentimiento de amor a Dios. Sentimiento que, aunque muchas veces este adormecido, vive en todos los corazones, en respuesta al inmenso amor que Dios nos tiene", recitó la escritora y periodista, que alabó que "la juventud está presente en cada una de las ocho cofradías".

Álvarez dio un repaso a los últimos días de Jesús y su posterior Resurreción a través del relato de las diferentes procesiones y cofradías que se celebran en Avilés, desde el Domingo de Ramos hasta el Sábado de Gloria. "Vuestra hermosa, con rasgos medievales, y sugerente ciudad, se mimetiza con lo sucedido hace miles de años a un hombre bueno, Jesús de Nazaret".

Habló de la Borriquilla, del paso de Jesús Cautivo, del San Pedro que ve a Jesús atado a una columna, del encuentro y del "Jesusín de Galiana, que cuanto más lo miras más emociona", para después referirse a la procesión que narra la traición a Jesús en Getsemaní y la procesión del silencio. "Jesús nos mira desde la cruz, sabemos que él nos necesita, nos necesita para amar, para que ayudemos con afecto y generosidad a nuestros semejantes", continúa Álvarez, que sigue con la procesión del viernes, "que es día de luto", "una manifestación de recogimiento solo rota por el canto de la Salve Marinera y el Estrella de los Mares, en el antiguo barrio marinero de Sabugo". Sobre la procesión del sábado, la de la Resurreción, remarcó que "sin la resurreción la fe carecería de sentido".

En su alocución, leyó versos de amigos, de Fernando Suárez, José Manuel Feíto y Fernando Balbuena, ya fallecidos, y realizó varias reflexiones personales como la primera vez que vio una cruz sin Cristo en Jerusalén y no sintió dolor y citó a San José María Escrivá: "La Cruz no es la pena, ni el disgusto, ni la amargura. Es el madero santo donde triunfa Jesucristo..., y donde triunfamos nosotros". También recuperó frases de Juan Pablo II y cerró con un soneto anónimo para desear a todos los asistentes una "Feliz y santa Semana Santa".

Estas fueron las palabras íntegras del pregón de María Teresa Álvarez

“Me siento muy honrada y muy feliz de que os hayáis fijado en mí para pregonar vuestra Semana Santa.

Debo confesaros que me hace especial ilusión ser pregonera de la Semana Santa avilesina, porque Avilés está muy unido a mis recuerdos juveniles, siempre cercanos al corazón.

Con cariño recuerdo mi paso por el instituto Carreño Miranda. Con cariño recuerdo a grandes amigos ya desaparecidos: A Cesar Rodrigo, a Elisa Velasco, a Fernando Balbuena. Ellos saben lo feliz que me haría poder compartir con ellos estos momentos…

La Semana Santa es algo esencial para mí. Siempre digo y siempre lo repetiré que en el Vía Crucis por las calles de Candás se abrieron mis ojos a la fe.

La misión de las cofradías es muy importante. Sacamos a las calles nuestra fe y nuestras creencias (yo también soy cofrade de la Virgen del Rosario de Candás) Recordamos lo sucedido hace miles de años. No sabemos que habríamos hecho de haber sido testigos de la Pasión del Señor, pero sí de lo que hacemos ahora.

Revivimos en nuestras ciudades y villas la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y lo hacemos con amor, manifestando públicamente que somos seguidores de Jesús de Nazaret.

Las Cofradías son parte visible del cuerpo de la iglesia. Son ellas las que dan vida a la religiosidad popular, que no es más que la manifestación pública del sentimiento de amor a Dios. Sentimiento que, aunque muchas veces este adormecido, vive en todos los corazones, en respuesta al inmenso amor que Dios nos tiene.    

Pienso que uno de los retos que deben afrontar las cofradías es el de intentar buscar ideas, encontrar fórmulas atractivas para que los jóvenes se animen a participar en una actividad que es parte importante de la vida de su localidad. Pero vosotros, parece que eso ya lo habéis solucionado, porque la juventud está presente en cada una de las ocho cofradías con las que contáis.

Desde 2003 el Principado de Asturias ha considerado que La Semana Santa de Avilés es una experiencia única, y la ha declarado Fiesta de Interés Turístico Regional. Sin duda una decisión justa. Porque desde el Domingo de Ramos hasta el sábado vuestra hermosa, con rasgos medievales, y sugerente ciudad, se mimetiza con lo sucedido hace miles de años a un hombre bueno; Jesús de Nazaret.

La alegría de la gente envuelve a Jesús a su llegada a Jerusalén. Mujeres, niños, hombres… Todos cantan y vitorean su presencia. Alfombran su paso con ramas de olivo y palmas. Nadie sospecha lo que va a pasar a los pocos días.

También vosotros, el domingo de Ramos, rodeáis a Jesús, con palmas y ramos. Así lo recibís, en medio de la algarabía infantil, a su salida del templo san Antonio de Padua, que durante años regentaron los padres Franciscanos, el edificio más antiguo de Avilés.

Ese día, Jesús, a lomos de una borriquilla, inicia su recorrido por las principales calles de la ciudad.

Es la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, quien organiza esta procesión. Sus cofrades llevan el verde en su hábito. Color que, según dicen, representa la esperanza. Un nombre, el de esta cofradía, que este año adquiere un significado especial, ya que, en 2025, todos somos peregrinos de esperanza.

Está en Getsemaní tan angustiado,

Apoyando en el suelo la cabeza,

Temiendo que le falte la entereza

Para aceptar el cáliz anunciado.

Jesús es apresado en Getsemaní.

También es la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza quien nos recuerda este suceso. Jesús maniatado, sale del templo de san Antonio de Padua. Da vida a este momento, la procesión de Jesús Cautivo que, en medio del fervor popular, con el precioso paso “Jesús de Medinaceli”, recorre las calles avilesinas, el lunes santo.

“Jesús sufre y muere en cada persona castigada por el odio y la violencia”

Os confieso que desde que leí esta frase de san Juan Pablo II, siempre la tengo presente en la Semana Santa y me ayuda a reflexionar. Reflexiones que hoy compartiré con vosotros en este pregón.

Mirando la imagen de Jesús de Medinaceli recorriendo vuestras calles, una se pregunta,

 ¿Cómo nos comportamos nosotros ante una injusticia o una falsa acusación? ¿Guardamos silencio por miedo o comodidad, como hicieron los apóstoles?

¿Nos lavamos las manos como Pilatos?

Pedro, san Pedro, se camufla entre los criados del sumo sacerdote, quiere saber qué pasa. Ve como azotan y flagelan al Maestro, sufre, pero calla. Es cobarde, y asegura no conocer a Jesús.

De la capilla de Rivero, el martes santo, san Pedro saldrá llorando por su cobardía y viendo el estado en el que se encuentra Jesús al que han atado a una columna.

La Cofradía del Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol, es la encargada de escenificar esos momentos con los pasos de “Jesús atado a la columna” y “San Pedro Apóstol”

Flagelado; de espinas coronado,

Camina por la noche más oscura.

Los lirios tiemblan; doblan su figura

Mostrándole su adiós emocionado.

Vivir la semana Santa es intentar que nuestro corazón se asemeje al de Cristo para poder perdonar a nuestros enemigos como Él perdonó a sus verdugos. Para perdonar a los que nos odian.

El miércoles, serán las Cofradías de Nuestro Padre Jesús de Galiana, San Juan Evangelista, y Nuestra Señora de los Dolores, quienes den vida con sus pasos, a la procesión del santo encuentro. En ella nos conmovemos ante la primera caída de Jesús bajo el peso de la cruz; esa preciosa imagen de Cristo, Jesusín de Galiana, que cuanto más la miras más te emociona.

Es tan conmovedor el rostro de Jesús que no nos sorprende lo que dice la leyenda, en la que se cuenta que Jesusín de Galiana le dijo a Enrique Santos Fernández, que lo había esculpido; “dónde me viste que tan bien me hiciste”. Como dicen los italianos si non é vero e ben trovato.

En esta procesión del Santo Encuentro, la presencia de la madre Dolorosa sobrecoge. Recuerdo las palabras de san Juan pablo II:

“Porque es madre, María sufre profundamente. No obstante, responde también ahora como respondió entonces, en la anunciación: «Hágase en mí según tu palabra». De este modo, maternalmente, abraza la cruz junto con el divino Condenado. En el camino hacia la cruz. María se manifiesta como Madre del Redentor del mundo. «Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante al dolor que me atormenta» (Lm 1,12). Es la Madre Dolorosa la que habla, la Sierva obediente hasta el final, la Madre del Redentor del mundo.

Muy cerca de ella, el discípulo amado, mecido por los cofrades, los sanjuaninos, con ese vaivén tan característico.

Hace unos días leyendo el Documento final del Sínodo, me acordé de vosotros, “los sanjuaninos”, este es el párrafo que me movió a recordaros:

“Advertidos por María Magdalena, Pedro y el Discípulo amado se dirigen hacia el sepulcro; el discípulo amado corre con la fuerza de la juventud”

Eso es lo que vosotros trasmitís con vuestro ligero y hermoso vaivén.

Pasado el mediodía del jueves santo, los miembros de la Hermandad el beso de Judas, recorren las calles avilesinas con su paso “La traición a Jesús en Getsemaní”

“Cuando es irresistible su amargura,

El traidor lo saluda con un beso,

Rodeado de un hatajo tumultuario,

Y se da cumplimiento a la Escritura

Es la señal para que le hagan preso”

Por la tarde serán dos pasos de la Cofradía San Juan Evangelista quienes salgan a las calles en la procesión del Silencio. Uno de ellos está dedicado a La Verónica:

Solo ella se abre paso, ¡quiere verte!

Quiere enjugar tu rostro escarnecido

El triunfo del amor sobre la muerte.

Con este gesto, la Verónica nos invita a reflexionar

¿Alguna vez nos hemos apiadado de los que sufren? Ella, con su acción, nos recuerda que somos mejores y más auténticos cuando pensamos más en los demás que en nosotros mismos. Como a ella, Cristo nos espera en el camino, en el hospital, en la oficina, en el parque, durmiendo en algún banco a la intemperie. ¡Cristo nos espera! ¿Lo reconoceremos? ¿Lo ayudaremos? ¿O persistiremos en nuestro egoísmo?

 En plenitud de vida y de sendero

Dio el paso hacia la muerte porque él quiso

Mirad de par en par el paraíso

Abierto por la fuerza de un cordero

En el paso La tercera Palabra, portado por los sanjuaninos, Jesús pende de la cruz.

Y desde ella nos mira

Aquellas manos que habían bendecido a todos, ahora están clavadas en la cruz; aquellos pies que habían caminado tanto para sembrar esperanza y amor, ahora están clavados a la cruz. ¿Por qué, Señor? ¡Por amor! ¿Por qué la Pasión? ¡Por amor! ¿Por qué la cruz? ¡Por amor!

Jesús nos mira desde la cruz

Sabemos que Él nos necesita. Nos necesita para amar. Para que ayudemos con afecto y generosidad a nuestros semejantes. A las muchas personas que hoy sufren por la pérdida de seres queridos, que están enfermos, que pasan por dificultades... Cristo nos necesita. Tenemos que intentar hacer visible a Dios en nuestro mundo. No hay mayor fecundidad que la del amor.

Jesús nos mira desde la Cruz. 

El viernes, es día de luto. Jesús, el hijo de María y José el carpintero, ha muerto. Como decía San Juan Pablo II en uno de sus últimos Vía Crucis; “Contemplando a Cristo muerto en la cruz, el pensamiento va a las tantas injusticias y sufrimientos que prolongan su pasión en cada rincón de la tierra.

Avilés se recoge en silencio. La Hermandad del Santo Entierro y Nuestra Señora del Gran Dolor, es la encargada de escenificar el dolor por la muerte de Jesús.

En nuestro mundo muchas personas mueren también solas, olvidadas de todos. Mendigos que se encuentran con la muerte en una fría y solitaria noche en el parque de cualquier ciudad. Ancianos ignorados por sus familias

En la noche del viernes la impresionante procesión de la Soledad.

¿A dónde irán tus lágrimas? ¿A dónde

tus suspiros, oh Madre, y tú congoja?

¿Qué mar habrá que tanto llanto acoja?

 Los miembros de la Real cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz, son los encargados de dar vida en el viernes santo a una manifestación de recogimiento solo rota por el canto de la Salve Marinera y el Estrella de los Mares, en el antiguo barrio marinero de Sabugo.

Y así llegamos al momento cumbre de la Semana Santa

Triunfante de la muerte has resurgido

Por tu propia virtud resucitado

Un prodigio de amor se ha consagrado

Y el mundo entero a ti se ha convertido

Florece la campiña porque es Pascua

Y es Pascua porque tu resucitaste.

Las Cofradías de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, la Real de Nuestra Señora de la Soledad, y la del Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol serán las encargadas de dar vida a la procesión de la Resurrección con sus tres pasos, Jesús resucitado, la Virgen de la Soledad con manto blanco y San Pedro Apóstol.

La resurrección, es la esperanza de todo cristiano. Sin la resurrección, nuestra fe carecería de sentido.

La realidad del sepulcro vacío, es el gran triunfo de la vida, como dice el libro de la Sabiduría; “Nuestra esperanza está llena de inmortalidad” Sb 3,4)

Después de este recorrido agarrada a vuestra mano recorriendo una a una las precesiones avilesinas, debo confesaros mi admiración por el buen trabajo que realizáis. Mi más cariñosa felicitación. Seguid trabajando con tanta ilusión y devoción.

Pero antes de finalizar quiero compartir con vosotros tres reflexiones más.

Hace unos años en una visita a Israel estuve en Magdala, en el Atrio de las Mujeres, una iglesia donde la religión judía y cristiana se dan la mano. Todo en la iglesia ha sido diseñada por mujeres y ciertamente se nota la sensibilidad femenina. Entre las muchas cosas que han llamado mi atención, todas positivas, se encuentra el altar, que es una barca de pescador. El fondo de la iglesia al ser de cristal permite ver el mar de Galilea o Lago de Tiberíades, que tanto ha significado en la vida de Jesús. Al lado de la barca, una gran Cruz con el sudario colgado de sus brazos; Cristo ya no está en ella.

Os confieso que por primera vez en mi vida no sentí dolor al mirar la Cruz. La vi luminosa y recordé una hermosa frase de San Josemaría Escrivá que decía: La Cruz no es la pena, ni el disgusto, ni la amargura. Es el madero santo donde triunfa Jesucristo..., y donde triunfamos nosotros, cuando recibimos con alegría y generosamente lo que Él nos envía”.

De la cruz nacerá la maravillosa mística de Teresa de Ávila, de la cruz nacerá la vida nueva de Saulo, de la cruz nacerá la conversión de Agustín, de la cruz nacerá la pobreza de Francisco de Asís, de la cruz nacerá el amor a los demás de Teresa de Calcuta, de la cruz nacerá la revolución del amor: por eso la cruz no es la muerte de Dios, sino el nacimiento de su Amor en el mundo.

La segunda de mis reflexiones es sobre el decidido y valiente comportamiento de las mujeres que permanecen cerca de Jesús en su camino al calvario.

Una mujer, la hemorroisa defendió a Jesús ante Pilatos.

Una mujer, la Verónica, enjugó su rostro desafiando a los guardias- sin que nadie se lo pidiera como a Simón de Cirene.

María Magdalena y unas cuantas mujeres más le siguieron hasta la cruz, le acompañaron en su camino al Calvario. Después, en la noche, antes de clarear el nuevo día, acudieron al lugar donde habían colocado su cuerpo. Fueron ellas quienes encontraron el sepulcro vacío, y corrieron a decírselo a los apóstoles.

Pedro y Juan las acompañaron y comprobaron que era cierto. Después todos se fueron. Solo ella se quedó llorando. Necesitaba saber dónde se encontraba el cuerpo del amor de su vida.

Por eso fue ella, María Magdalena, la primera en conocer la resurrección del Maestro y la encargada por Él de comunicárselo a los demás. María, la discípula más valiente que amaba a Jesús más que a su propia vida, se convirtió en apóstol de los apóstoles al comunicarles la buena nueva: el Maestro había vencido a la muerte.

Además, creo que esta es una prueba más de la resurrección de Jesús, porque nadie atribuiría ese protagonismo a una mujer de no haber sucedido en la realidad.

Mi tercera reflexión es sobre la Luna. Bien sabéis que la Semana Santa llega siempre de la mano de la primera Luna Llena de primavera, la conocida como Luna de Parasceve.

La Luna que ha mirado a Jesús. La misma que vio como le prendían en el Huerto de los Olivos, en Getsemaní, y que siguió sus pasos camino del Calvario. La misma que vio como María Magdalena acudía al sepulcro… La misma que os acompaña a vosotros por las calles avilesinas….

Cuantas cosas nos podría contar la Luna de Parasceve, si pudiera hablarnos...

Hace poco un amigo me contó una especie de leyenda sobre la Luna, el Sol y su creador, y os la quiero comentar.

Sabemos que a Jesús se le compara en la Biblia con el Sol. Nos visitará el sol que nace de lo alto. A la Virgen María se la representa con la Luna a sus pies, como naciendo ella de la Luna.

El Sol es la luz y la fuente de la vida que siempre nos acompaña. De día directamente, y de noche en el reflejo de la Luna.

La leyenda, nos cuenta que cuando Dios creó al Sol y a la Luna, esta protestó porque haberla creado más pequeña y por no tener luz propia. Dios la compensó diciéndole, tú Luna podrás estar en el cielo tanto de día como de noche. El Sol no puede. El Sol sólo estará presente en la noche a través de ti, a través de tu reflejo.

Mi amigo, no se limitó a contarme la leyenda, sino que la interpretó. Mira, me dijo: Algo así sucede con Dios con respecto a este mundo. El Sol es Dios y la Luna los humanos. Dios es la plena luz, y en Él no puede haber tiniebla. Dios no se aparece físicamente en la noche de nuestra existencia, porque si apareciese ya no sería noche. Dios se aparece en la noche de nuestra existencia a través de aquellos seres humanos que reflejan bien su luz. Cuando más se refleja el sol en nuestra noche es en las noches de la Luna Llena.

Intentemos siempre, en especial en estos días, alumbrar como la Luna Llena. Iluminando con nuestro cariño y comprensión a cuantos nos rodean.

Millones de gracias a la Cofradía Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, a su Hermano Mayor, Rufino Arrojo y a todos sus cofrades por haber pensado en mi para ser vuestra pregonera. Seguid con vuestro trabajo. Es muy importante para vosotros y también para todos. Alguien dijo que, si la liturgia es la fe celebrada, la religiosidad popular es la fe exteriorizada.

Debo finalizar, no deseo cansaros. Si algún aspecto de pregón no has gustado, os pido perdón. Quiero deciros que he sido muy feliz escribiéndolo, y que estos momentos que estamos viviendo se han grabado para siempre en mi corazón.

Habréis observado que a lo largo del texto he leído algunas estrofas de versos, unos son míos, pero otros pertenecen a Fernando Suárez, José Manuel Feíto y Fernando Balbuena, los tres ya se han ido. Desde aquí les mando un beso al cielo.

Y voy a terminar con un poema que todos conocéis. Un poema anónimo. Un poema, que esta mañana me encantaría que hicierais vuestro.

No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido;

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte

clavado en esa cruz y escarnecido;

muéveme el ver tu cuerpo tan herido;

muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,

que, aunque no hubiera cielo yo te amara,

y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,

pues, aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

 Muchísimas gracias ¡Feliz y santa Semana Santa!"

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