De la rutina al descontrol - Las mamás NUNCA descansamos en vacaciones

¿Hay caos en las vacaciones familiares? Sí... y las mamás nos agotamos mucho más

Fabiola Hernández Pérez, Periodista y editora
En este artículo
  1. El caos en las vacaciones familiares - Misma rutina, diferentes escenarios
  2. Recorriendo un Pueblo Mágico con los niños o 'camina, camina y no te quejes'
  3. Hotel todo incluido o cómo las mamás JAMÁS disfrutan de un lugar bonito
  4. ¿Por qué las mamás se cansan más en vacaciones que si se quedaran en casa?

Salir de vacaciones suena a descanso, relax y momentos inolvidables en familia, ¿cierto? Y sí, sí lo es, pero eso dura hasta que eres mamá porque aunque cambiemos la casa por la playa o por un hotel todo incluido, seguimos siendo las responsables de empacar, planear, atender y resolver cualquier crisis infantil. Mientras los hijos se desbordan de energía, las mamás terminamos más cansadas que si nos quedáramos en casa. ¿Te suena familiar? Pues hablemos por qué pasar de la rutina al descontrol significa que las mamás NUNCA descansamos en vacaciones.

El caos en las vacaciones familiares - Misma rutina, diferentes escenarios

Mamás que no descansan en vacaciones

Las vacaciones familiares deberían ser un remanso de paz o un festival sin reglas para los niños donde mamá y papá dejan la disciplina guardada en un cajón. Se supone que ese periodo es un respiro, un descanso, una pausa de la rutina... pero la realidad es que las mamás únicamente cambiamos de escenario para seguir haciendo exactamente lo mismo que en casa, solo que ahora con arena de la cabeza a los pies o en un mismo cuarto de hotel donde nadie encuentra nada en su propia maleta.

Cuando ir a la playa se traduce en el infierno arenoso del estrés materno

La playa es el destino paradisíaco donde las fotos de Instagram parecen dar la impresión de que todo es risas y felicidad... hasta que descubres que la realidad es otra. Primero, está el estrés de hacer la maleta, no hay que olvidar: protector solar, trajes de baño, toallas, juguetes de arena, chanclas, sombreros, bloqueador extra y hasta un botiquín para cualquier emergencia.

Nada más poner un pie en la arena comienza la pesadilla: '¡No quiero ponerme bloqueador!' '¡Me pica la arena!' '¡Mamá, tengo sed!' '¡NO ME QUIERO IIIIIRRRR!' Y ahí está una, con el protector solar chorreando por todos lados, preocupada por ver si el restaurante tiene opciones que les gusten a todos y viendo cómo el chiquillo tiene medio kilo de arena metido en la parte baja del traje de baño.

Si se viaja con el papá de las criaturas (en este caso, sí he viajado con mi exmarido), él solamente se dedica a correr con ellos, estar en el mar a todo dar y le importa un comino si una chancla se la lleva el agua o si la toalla está llena de arena. Eso me toca a mí... porque yo soy la mamá. En un viaje a la playa, yo quisiera estar tomando una piña colada y no estresada pensando si ya es hora de poner bloqueador de nuevo.

Después de tres horas que se hacen eternas bajo el sol abrasador hay que comer. Y ahí empieza otra mini batalla: les das las opciones que hay y mágicamente esta vez NO les gusta el pescado empanizado que en la ciudad aman y tampoco quieren el arroz que usualmente se comen con ahínco. Así que ellos deciden que los 5 o 7 días que estarán ahí su dieta será básicamente hamburguesa y papas... diario.

Recorriendo un Pueblo Mágico con los niños o 'camina, camina y no te quejes'

Vacaciones familiares en pueblos mágicos

En México denominamos como Pueblo Mágico a ese agradable lugar con calles empedradas, mercaditos encantadores, gente súper amable y un ambiente de tranquilidad. Y sí, sí lo son siempre y cuando no lleves niños pequeños porque esas calles empedradas son enemigas mortales de la carriola o en tanto los niños mayores no descubran que en los mercaditos hay tentaciones infantiles cada cinco minutos.

Podríamos obviar cualquier cosa de lo anterior, pero ¿qué pasa cuando, a la mitad del recorrido, tu hijo decide que está agotado y que no puede dar un paso más? En casa es todo un torbellino que no se detiene, anda de arriba para abajo, pero aquí el jovencito no puede más y solo quiere descansar en cada banca que encuentra vacía. Y uno como mamá tiene que convencerlo de que avance.

¡Ah!, porque además los nenes NO cargan nada, así que una anda con la mochila colgando de un lado, la bolsa de recuerdos en una mano y los niños cansados casi llorando por negarse a caminar en la otra, mientras papá va tomando fotos. Si eso pasa con el pequeño dictador, tu adolescente camina más de cinco metros por adelante fingiendo que no te conoce y con una cara de pocos amigos que no puede con ella.

Finalmente, tras varios: '¡No vamos a comprar más helado ni chucherías!' por fin hay un poco de paz y los niños con la disposición de obedecer. ¿Puede mamá sentarse? No, porque ahora ¡hay que buscar un baño! Y hay que recorrer tooooodo el lugar para encontrar uno. Para este punto ya otra vez tienen hambre y hay que ver qué elegir porque de nuevo surge la frase: 'No me gusta nada de aquí'.

Hotel todo incluido o cómo las mamás JAMÁS disfrutan de un lugar bonito

Vacaciones con los niños en un hotel de lujo

Aquí una mamá pensaría que la cosa cambia: es un hotel bonito, con alberca, comida ilimitada, pase directo a la playa, juegos para niños y habitaciones donde te hacen la cama nada más pasar la puerta. Pero no. No cambia en NADA. Porque los niños ven el hotel como el mismísimo parque de diversiones y, en lugar de descansar, debes trabajar con ellos dando una atención a huéspedes nivel Dios.

Para empezar, la habitación. Si es cuádruple hay que empezar por librar la batalla de quién elige cual cama y quién será el dueño absoluto del control remoto. Luego, la piscina. No has terminado de aplicarles el bloqueador cuando ya están en el agua de donde NO los vas a sacar en horas. Cuando por fin logras relajarte en la orillita, llega el grito: '¡Mamiiiii, miiiraaa lo que puedo hacer!' Y de ahí ves lo que hace tu hijo 17 veces seguidas.

Luego está la hora de la comida, cuando es buffet pensarías que con tanta variedad, todos encontrarían algo que les guste. Pero no, no es así, porque ven la comida con cara de críticos expertos y dicen cosas como: 'Esto no se me antoja' o '¿Puedo comer solo arroz y fruta?' Hasta dan ganas de que no coman nada y dejen a uno comer a gusto porque encima el exmarido pregunta: 'Oye, ¿estás segura de que el arroz y el pedazo de sandía sí se los come juntos?'

Para cuando cae la noche, una ya no puede ni con su alma, pero los niños siguen con una energía increíble. Llega la hora del baño y ahí aunque ayuda un poco el exmarido siempre es de '¿dónde está la pijama?' '¿Yo lo baño y tú lo recibes?' Con todo, el día termina a las 11 PM y mamá se la pasa recogiendo chanclas y toallas mientras los demás sí que están disfrutando sus vacaciones.

¿Por qué las mamás se cansan más en vacaciones que si se quedaran en casa?

Mamás que se cansan más en las vacaciones

Aunque las vacaciones son sinónimo de descanso para todos, no lo son para las mamás. En teoría, estos días deberían ser un respiro de la rutina diaria, pero en la práctica es un maratón de logística, entretenimiento, y supervisión extrema. Mientras los niños aprovechan las vacaciones para jugar sin límites, las mamás son las coordinadoras de itinerarios, chefs improvisadas, árbitros de peleas y hasta salvavidas.

Cuando una mamá permanece en casa cuidando a los niños y a pesar de que el trabajo maternal nunca termina, al menos se sigue una estructura establecida porque hay horarios de comidas, tiempos de descanso y actividades predecibles. Pero en las vacaciones, todo se descontrola. Los niños duermen menos, la comida cambia y su capacidad de hacer berrinches se multiplica porque ningún plan les parece bueno.

Solamente hay que imaginar este escenario: mamá se levanta temprano en el hotel porque los niños están emocionados por ir a la piscina. Cuando en casa es una lata levantarse a las 7 AM, aquí desde las 6 ya quieren ponerse el traje de baño y salir disparados, mientras mamá busca lo necesario. Luego, en la alberca mamá no puede relajarse porque debe estar pendiente de que no se ahoguen o se peleen entre ellos.

Y justo así transcurre cada día de las 'vacaciones' de mamá: cargando mochilas, cortando fruta en pleno parque, negociando entre los hermanos para que no se peleen, checando con antelación las reservaciones, teniendo a punto los documentos, verificando que el horario del avión esté bien y asegurándose de que todos estén felices… felicidad que mamá no logra al cien por ciento porque está agotada.

Si a esto sumamos el cambio de rutina, las maletas que ya no cierran al regreso y los niños que tienen más energía de la normal, no es de extrañar que las mamás volvamos a casa después de las vacaciones más cansadas de lo que nos fuimos. Así que las vacaciones con niños NO SON DESCANSO, son solamente un cambio de escenario donde las mamás hacemos exactamente lo mismo, pero con mucho más estrés y menos comodidad.

8 efectivos tips de supervivencia para las mamás durante las vacaciones

Tips de supervivencia para las mamás

Después de haber vivido múltiples experiencias caóticas con mis propios hijos, aquí te dejo algunos consejos para evitar llegar a casa más cansada de lo que te fuiste:

  1. Baja tus expectativas. Definitivamente NO será una vacación de ensueño. Será toda una aventura con sus momentos de caos y risas.
  2. Delega, delega, delega. Si viajas con tu pareja u otros familiares, distribuye las responsabilidades. No todo tiene que recaer en ti, deja que papá se haga cargo también.
  3. Planifica con flexibilidad. Siempre es bueno tener un itinerario establecido, pero deja cierto margen para improvisar y adaptarte a los cambios.
  4. Establece las reglas desde el inicio. Antes de salir de casa, deja claro qué pueden y qué no pueden hacer para evitar conflictos innecesarios, sobre todo entre hermanos.
  5. Haz que los niños ayuden. Dales la tarea permanente de que carguen su propia mochila, elijan su ropa y se hagan responsables de sacar y guardar sus cosas en la maleta.
  6. Arma un kit de emergencia. Lleva snacks, pañuelos, bloqueador, tiritas y una muda extra de ropa.
  7. Nunca te olvides de ti. Busca un momento para ti, aunque sea media hora con un café (o esa añorada piña colada) mientras ellos ven una caricatura o se van con papá a la alberca.
  8. Acepta la imperfección. Es normal que no todo salga como esperas, pero serán recuerdos inolvidables para todos. Piensa que lo importante es disfrutar en familia.

Así que, queridas mamás: si ustedes, como yo han creído ingenuamente que ir a la playa, pasear por las calles de un pueblito encantador o disfrutar de la comodidad de un hotel de lujo all inclusive sería sinónimo de descanso y relajación, déjenme decirles que la experiencia me indica que no, nada de eso lo es. La VERDADERA VACACIÓN de toooodas las madres empieza cuando los niños regresan a la escuela. ¿A poco no? ¡Feliz caos vacacional!

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