Por qué mi hijo es tan pegalón - Tips para que el niño deje de golpear

La agresividad infantil es una de las mayores preocupaciones de los padres, sobre todo, cuando los hijos ya están asistiendo a la escuela. ¿Por qué mi hijo es tan pegalón? Aquí unos tips para que el niño deje de golpear a otras personas. Cuando lo hace es cuando esta agresividad se hace mucho más patente y es que tiene un componente emocional muy importante: es decir, la mayoría de las ocasiones aparece para canalizar, dar salida a las emociones que está sintiendo el niño en un momento dado y no porque realmente su intención sea la de causar dolor. ¿Cómo actuar entonces?

¿Por qué pega y muerde un niño? - ¡Mi hijo es un pegalón!

Cuando un niño pega, la mayoría de las veces es porque lo ha aprendido en casa. No queremos decir que los padres o hermanos lo maltraten, ni mucho menos. Pero, a veces, sí normalizamos pequeños gestos como los cachetes o las collejas. Al hacer esto, le estamos enseñando al niño, sin darnos cuenta, de que este es el comportamiento que debe tener ante situaciones que le desagradan.

Además, también es posible que nosotros mismos hayamos contribuido a validar este comportamiento. Cuando el niño era pequeño y nos daba una patada, ¿le reíamos la gracia? Si alguna vez tuvimos esta reacción, el niño ha asumido este comportamiento como válido y lo usa para transmitir lo que no le gusta, así como para llamar la atención.

En tanto, un niño que muerde, no tiene intención alguna de hacer daño a nadie, sino que utiliza este gesto para liberar emociones intensas. Por un lado, el niño puede sentir una gran emoción intensa y positiva por ver a alguien especial, por una situación que le apasiona, etc., y, entonces, tiene este gesto. ¿Por qué? Quizá porque se lo hemos transmitido en casa sin querer.

¿Qué podemos hacer los padres? Tips para que el niño deje de golpear

Ante estas situaciones, los padres debemos, ante todo, asumir nuestro papel: como hemos dicho, y siempre decimos, los niños copian (a su manera) lo que ven en casa. Por ello, lo fundamental, para empezar, es ver cómo nos relacionamos con él. ¿Tenemos la manía de darle alguna colleja? O, cuando llegamos a casa y nos invade la alegría de verle, ¿le damos este mordisquito? Si la respuesta es afirmativa, ya tenemos algo en lo que deberíamos empezar a trabajar.

Podemos seguir estos tips:

• Primero dejar de hacerlo y buscar otra manera de transmitir a nuestro hijo el amor que sentimos por él o cuando su comportamiento no está siendo el adecuado.
• Aprender a corregir este comportamiento en el niño paulatinamente.
• No aceptar este comportamiento. Cuando nos lo haga a nosotros, debemos decirle que este no es el modo en el que debe tratarnos y que no estamos de acuerdo con él.
• Podemos alejarnos un poco de él y decirle que no queremos estar a su lado cuando se comporta de este modo, que no nos gusta su comportamiento.
• Cuando el niño se ha calmado y vuelve a nosotros, debemos abrirle los brazos, no actuar con rencor.
• Hay que decirle que cuando nos trata bien, siempre queremos estar a su lado.
• Cuando este comportamiento se da fuera de casa hay que seguir las mismas pautas pero enfocarlo desde el punto de vista de 'lo que has hecho a tus amiguitos' no me ha gustado.
• Cuando esta agresividad infantil se traduce en mordiscos, la solución consiste en dar herramientas al niño para que pueda sustituir la mordida. Así, debemos enseñarle a abrazar a los amigos, en vez de darles el mordisquito o, enseñarle a cerrar los puños con fuerza, por ejemplo, cuando su reacción proviene de la ira o el enfado.

La agresividad infantil, en cualquiera de sus formas, proviene de la manera en la que nos relacionamos con el niño desde su nacimiento. Por ello, la mejor manera de prevenir estos comportamientos es que no los vea en casa. Aunque nuestras intenciones sean diferentes.

Llegado el momento en el que el pequeño ya ha desarrollado esta manera de relacionarse con los demás, la rectificación del comportamiento es el primer paso. Seguidamente, debemos comprender que él aún no gestiona correctamente las emociones y que debemos ser nosotros los que le enseñemos a hacerlo siempre desde el amor y el cariño.

Canalización de las emociones de un niño a través de los golpes

¿Cuántas veces le hemos dado un pequeño mordisquito en el moflete a nuestro hijo? O, ¿en el bracito? Pues, esto es lo que el niño ha visto: papá y mamá 'se emocionan' al verle y esto es lo que hacen, lo cual es bastante común. Es decir, normalizamos ese comportamiento y lógicamente el niño que pega y muerde a otro en la escuela también lo ve normal.

Por otro lado, puede darse el caso contrario: que el niño sienta ira y la canalice mediante la mordida o el golpe. En este caso, no será algo que nosotros hayamos hecho, por supuesto, pero sí está relacionado con lo que os hemos mencionado antes: si nosotros 'liberamos' una emoción mediante este gesto, el niño entiende que es lo correcto y lo hace en todas las situaciones que enfrenta, las cuales le generan, simplemente, emociones intensas.

Sea como sea, lo más importante es comprender que, en la gran mayoría de las veces, los niños no usan el pegar ni el morder con la clara intención de causar dolor, sino que es la manera en la que han aprendido a canalizar sus emociones. Una de estas emociones es la ansiedad, la frustración y, por supuesto, la ira. Lo que debemos entender es que no hay intención de causar dolor o daño, sino de liberar esas emociones.

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