Por qué es bueno que los niños tengan rabietas
Descubre el origen de las rabietas y qué hacer frente a ellas
- ¿Por qué nos montan rabietas nuestros peques?
- Las primeras rabietas de tu hijo
- ¿Qué tienen de positivo las rabietas?
¿Te han montado tus hijos alguna rabieta? ¿Sabes para qué sirven y por qué es bueno que los niños tengan rabietas? ¿Quieres hacer que vayan a menos? En este post vas a entender por qué es algo evolutivamente natural e inevitable, también porque es importante que tus hijos te monten rabietas y qué preguntas hacer para que pueda pararse a pensar y que tenga más autocontrol.
¿Por qué nos montan rabietas nuestros peques?
A través de las rabietas tu peque pone prueba sus límites y los tuyos, además de conocer los límites que tiene su entorno. Las rabietas son la primera forma consciente de comunicar, expresar cómo se siente y qué necesita, aunque sea de esta manera tan terrible hacer valer las decisiones que haya tomado. Aunque no te guste, es una manera de comunicar tan directa que no te deja lugar a dudas de lo que quiere. En muchas ocasiones también las va a usar cuando algo le haya provocado frustración.
Piensa que nadie en su sano juicio, y mucho menos los peques, se levanta por la mañana con necesidad de hacer daño y herir a alguien. Solo pregúntate: '¿Cuándo ha sido la última vez que te has levantado de la cama pensado que ibas a herir a las personas que amas?'.
A tu hijo le pasa igual, cuando te monta una rabieta no lo hace porque se haya levantado pensando…. 'Hoy en casa con papá y mamá voy a crear un infierno'. Cuando te monta la rabieta es porque se está expresando y comunicando de la manera que ha sido capaz.
Es entonces cuando nos toca a nosotros como educadores tener herramientas emocionales que nos permitan gestionar esa situación tan molesta para ti y para ellos. Disponer de estos recursos te van a ayudar a crecer junto a tu peque para conocerte y conocerle mejor. Con cada rabieta vas a desarrollar tu paciencia, autocontrol, capacidad de escucha, en definitiva, tu capacidad de ser firme y saber poner límites siempre desde el respeto y del amor.
Las primeras rabietas de tu hijo
Duran entre 3 y 5 minutos, empiezan entre los 18 meses y los 2 años, coincidiendo con el control del pipí y de la caca y suelen terminarse alrededor de los 4 años.
En esta etapa del control de esfínteres es cuando más rabietas te va a montar. A nivel emocional ocurre lo mismo, porque las partes del cerebro que tienen que ver con el autocontrol todavía no se han desarrollado. Por este motivo a veces será capaz de retener y controla su ira haciendo un gran esfuerzo de autocontrol. En cambio en otras ocasiones expulsará sus emociones sin modular su reacción y mucho menos lo que provoca fuera emocionalmente en los demás.
Recuerda que tu hijo tiene que esforzarse mucho más para controlarse y cuando esté más cansado física o mentalmente es cuando va a perder el control con mayor facilidad. Es entonces cuando aparecerá el increíble Hulk fuera control que tanto asusta a padres y madres, igual que hacía de bebé para conseguir las cosas o para expresar que necesitaba algo.
¿Qué tienen de positivo las rabietas?
Lo positivo que tiene la rabieta es que 'te expresan sus necesidades', aunque sea de manera directa, explosiva, clara y sin piedad. Muchos niños y niñas la envuelven en furia asesina contra a ti, para dejar claro una decisión que han tomado. Las rabietas son sanas y necesarias, así que preocúpate si tus hijos no te montan alguna de vez en cuando, porque significa que no está afirmando su autonomía.
Piensa en las rabietas como una manera muy molesta de mostrarte que tu hijo tiene claro lo que quiere y que además tiene dentro de sí valor y energía para defenderlo, caiga quien caiga. Dicho de otra manera: 'Si lloro... ¿puedo conseguir que las cosas cambien? ¡Yo dirijo mi vida!'. Solo trata ganarte el pulso y de comprobar si puede controlarte. Pero no te preocupes, a medida que el niño madura y se desarrolla disminuyen en frecuencia y en intensidad. Al madurar aprenden a modular sus impulsos igual que haces tú porque te paras, piensas, tomas una decisión y luego actúas de manera más consciente.
Cuando la rabieta aparece, tu hijo ha actuado en modo acción-reacción sin pararse a pensar. Imagínate que tú hicieras eso de ponerte a gritar directamente a tu jefe, pareja o amiga para conseguir algo. Seguramente luego te arrepentirías de haberte puesto verde como Hulk y te sentirías culpable de cómo te has comportado.
Es precisamente esa culpa la que le va a ayudar a aprender después de la rabieta, porque una vez pasado el momento de tensión, tu hijo ya puede reflexionar sobre lo que ha sucedido. Tú puedes ayudarle a pensar en qué otras posibles maneras de reaccionar o comportarse existían si le preguntas después: '¿Cómo te sentías cuando estabas montado ese follón?', '¿Crees que ha sido la mejora manera de pedir las cosas?', '¿Podrías haber pedido las cosas de otra manera?', '¿Qué has aprendido?' o '¿Cómo debes comportarte para la próxima vez?'.
Estas preguntas se las puedes hacer cuando se le haya pasado la rabieta y la cara verde de Hulk haya desaparecido. En ese momento, cuando hayas recuperado del lado oscuro a tu peque es cuando puedes hablar con él, siempre respetando sus tiempos y dejando que responda. Si ves que hablando le cuesta, le puedes pedir que dibuje y te explique su dibujo después.
Al preguntar a tu hijo, le ayudas a crear un espacio de pensamiento. De esta manera, en vez quedarse en un simple castigo o en una regañina, le invitas a pensar y a encontrar más opciones para que aprenda de la situación vivida. Recuerda que inteligencia etimológicamente significa 'elegir entre'.
Cuando le preguntas, le ayudas a aprender, le permites conectar con el sentimiento de culpa y con la posterior reparación. Recuerda la pregunta que te hice al principio: '¿Cuándo ha sido la última vez que te has levantado de la cama pensado que ibas a herir a las personas que amas?' Al preguntar y tu peque conectar con el sentimiento de culpa, también conecta con la necesidad de reparar el daño creado. Esto le va a ayudar a pararse a pensar en vez de reaccionar sin pensar la próxima vez que se sienta envuelto por la furia asesina. El sabor agridulce de la culpa le va a ayudar a pararse a pensar y a controlar su ira. También le ayudará a tomar mejores decisiones en futuras ocasiones para saber cómo debe de comportarse y cómo debe de pedir las cosas.
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