Por qué no debemos escondernos de nuestros hijos si lloramos
Llorar delante de los hijos no es motivo de vergüenza
- Los padres y madres no debemos escondernos de nuestros hijos si lloramos
- Por qué debemos educar en las emociones a los niños
"¿Qué te pasa en los ojos mamá?"... "Uy, es que estoy con la alergia y los tengo irritados". Los padres recurrimos a dar excusas o a inventar historias para no demostrar la realidad: los padres y las madres también lloramos.
Intentamos ocultar las lágrimas y con ellas que nuestra emoción es de tristeza pero, en realidad, nos equivocamos al hacerlo, no deberíamos escondernos de nuestros hijos si lloramos.
Los padres y madres no debemos escondernos de nuestros hijos si lloramos
Las tristeza es una emoción como cualquier otra, nuestros hijos están acostumbrados a vernos demostrar otras emociones básicas: ira, miedo, angustia, alegría, asco pero... ¿por qué razón intentamos ocultar la tristeza?
La respuesta es bien sencilla, la mayor parte de las veces intentamos no preocuparles, "aguantamos el tipo" para que no piensen que algo va mal o para no cargarles con problemas. Otras veces lo hacemos casi sin darnos cuenta, para que piensen que somos invencibles, que podemos con todo.
¿Quién no ha llorado a escondidas alguna vez? Lo mío, cuando nació mi tercer hijo y no tenía tiempo ni para mirarme al espejo, era la ducha. Escondida en el baño y bajo el agua para que no me oyeran sollozar, echaba toda la tensión, el cansancio y la frustración acumulada y salía con una sonrisa de oreja a oreja para seguir con el día a día. Así ninguno se percataba de que estaba superada por la situación.
Sin embargo, un buen día, una llamada de teléfono fue portadora de una mala noticia y, no pude evitarlo, delante de mis hijos, me desmoroné. Entre hipos, lágrimas y voz temblorosa intentaba decirles que estaba bien, pero ellos, lejos de asustarse, se acercaron, me abrazaron y... ¡me consolaron!
Aquel día me di cuenta, no solamente que mis hijos eran aun más maravillosos, sino que verme llorar era bueno para ellos, les estaba enseñando que todos somos vulnerables, todos tenemos malos momentos, que la tristeza y las lágrimas forman parte de las emociones y sentimientos que tiene una persona y que, si no hay miedo para mostrarse feliz o enfadada, ¿por qué ha de haberlo para mostrarse emocionada?
Los niños han de aprender que los padres somos igual que ellos, pero con unos cuántos kilómetros a nuestras espaldas. No somos infalibles ni perfectos, tenemos emociones, nos equivocamos, hemos de pedir perdón y sí, también lloramos.
Por qué debemos educar en las emociones a los niños
La educación emocional es tan importante como aprender a multiplicar, a poner bien los acentos o a saber ubicar los distintos países en un mapa. Si tenemos un programa para enseñar a los niños a hacer sus tareas y a ir aprendiendo un poquito más cada día, ¿por qué no tenemos un programa de educación emocional?
Educar las emociones de los niños tienen un efecto muy positivo e influye en su desarrollo psicológico, en las relaciones con los demás, en su conducta y sí, también en su rendimiento escolar.
Debemos, además de enseñar a los niños a atarse los zapatos, a entender las emociones: la alegría, la ira, el miedo, la angustia, la tristeza o el asco. De esta forma estamos fomentando la inteligencia emocional, en este sentido los padres debemos enseñarles:
- A conocer sus propias emociones y a detectar también las de los demás.
- A comprender qué les está ocurriendo y por qué les sucede.
- Aprender que, conocer sus emociones y las de los demás, facilita su forma de comportarse y su relación con los demás.
- Lo más importante, aprender a gestionarlas, a canalizarlas y a dominarlas.
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