Cómo cuidar la salud visual de nuestros hijos en tiempos de pandemia
Ojo vago o estrabismo son algunos de los problemas visuales más frecuentes en niños
- La importancia de hacer una revisión de la vista a nuestros hijos
- El ojo vago o cuando el niño no desarrolla bien la visión de un ojo
- Cómo cuidar la salud audiovisual de nuestros hijos en tiempos de pandemia y confinamiento
Cada curso escolar se repiten las mismas preocupaciones sobre la salud visual de nuestros hijos, más aún cuando el periodo de confinamiento ha conllevado un aumento inevitable del empleo de tabletas, teléfonos, ordenadores y dispositivos móviles. Expresiones como 'se acerca mucho a la televisión y al teléfono', 'los ojos los tiene enrojecidos', 'se los frota mucho' o incluso 'me dice que se acerca porque no ve bien' son frases más repetidas en esta especial época y que generan una angustia en los padres que es oportuno resolver. ¿Cómo podemos cuidar la salud visual de nuestros hijos en tiempos difíciles de pandemia y confinamiento?
La importancia de hacer una revisión de la vista a nuestros hijos
Para ello es necesario realizar un control con nuestro oftalmólogo. Este control puede hacerse en cualquier momento desde el nacimiento, especialmente de manera inmediata si el pediatra ha detectado cualquier síntoma que así lo requiera o hay antecedentes de relevancia bien en el parto o en la propia familia.
De un niño podemos conocer su graduación desde el nacimiento, no es necesario que sepa leer, escribir o que conozca las letras, pues de manera objetiva y siempre tras instilar las conocidas 'gotitas' de la consulta que dilatan la pupila, podremos conocer el estado de sus ojos.
Estas gotas son totalmente necesarias, no solo para conocer la graduación exacta (sin ellas es imposible dicha precisión y llevaría a errores la prescripción de unas gafas, especialmente en niños), sino también para conocer el estado de las estructuras del ojo en su interior y descartar cualquier anomalía en su desarrollo que si se nos pasase desapercibida pudieran tener repercusiones en su visión futura.
Por ello, es importante que comencemos diciendo que la revisión oftalmológica del niño siempre debe ser realizada por el médico oftalmólogo, pues es la única persona capacitada para poder realizar la dilatación pupilar y conocer el estado de su salud visual.
Si no hemos evidenciado ningún síntoma de sospecha, se recomienda realizar ese primer control durante el primer año de vida y, posteriormente, deberemos seguir las indicaciones de nuestro oftalmólogo en cuanto a revisiones periódicas, pues la visión es un proceso que se encuentra en pleno desarrollo. No es un sentido con el que se nace plenamente desarrollado, sino que se va desarrollando en los primeros años de vida y debe revisarse periódicamente para asegurar su correcta evolución y posibles cambios.
El ojo vago o cuando el niño no desarrolla bien la visión de un ojo
La graduación de un niño va a variar durante la infancia y la juventud, siendo fundamental su control lo antes posible para evitar la aparición de un ojo vago (también llamado ambliopía), es decir que un ojo no desarrolle bien su visión.
Cuanto antes detectemos la posible presencia de un ojo vago, antes podremos abordar su tratamiento, comenzando por conocer la causa de dicho ojo vago. La mayoría de las veces se debe a un problema refractivo (la conocida miopía, hipermetropía y astigmatismo), que requerirán el empleo de una corrección óptica en gafas y, posteriormente tras descartar la existencia de cualquier otro obstáculo, procederemos a intentar recuperar la visión de ese ojo que no ha usado hasta la fecha (por ello reiteramos la importancia de un diagnóstico precoz).
El método por excelencia, validado científicamente de tratamiento de la ambliopía, ha sido y es el empleo del parche ocular con distintas pautas de oclusión. En algunos casos y siempre siguiendo las indicaciones de nuestro oftalmólogo, se pueden valorar otras alternativas con evidencia científica como el empleo de algunos sistemas penalizadores, filtros, gotas para dilatar la pupila del ojo sano y obligar a emplear el ojo vago, o cambios en la graduación que obliguen a utilizar uno u otro ojo según nuestras necesidades.
Aquí debemos tener especial cuidado con el empleo de métodos cuya eficacia no ha sido validada y que se consideran dentro de las pseudoterapias por carecer de evidencia médica científica de su efectividad, por lo que para evitarlo deberemos siempre dejarnos aconsejar por nuestro médico oftalmólogo.
En otras ocasiones el motivo de ese ojo vago es la aparición de una desviación de los ojos, un estrabismo. En estos casos el ojo que se desvía no desarrolla correctamente su visión y es el causante del ojo vago. Estas desviaciones muchas veces se solucionan con el empleo de gafas, pues el estrabismo viene ocasionado por un esfuerzo visual para poder enfocar, que es el causante de la desviación, con lo que evitando ese esfuerzo con las gafas, evitamos la desviación.
En otros casos las gafas no corrigen en su totalidad el estrabismo o solo hacen una corrección parcial, y la desviación que quede con las gafas es la que debe ser tratada bajo un punto de vista quirúrgico, independientemente de la edad del niño. No existe una edad a la que esperar para realizar una intervención de estrabismo, cada caso debe ser personalizado y será nuestro especialista en estrabismo el que nos indique el momento y las características de la intervención.
Para ello, deberemos realizar una anestesia general o una sedación, dependiendo de si la intervención se realiza con la cirugía clásica cambiando la fuerza y el posicionamiento de los músculos, o si se realiza mediante la inyección de toxina botulínica, la cual solo está indicada en determinado tipos de estrabismos y en determinadas edades. En resumen, será nuestro especialista en estrabismo el que determine nuestras indicaciones más precisas personalizadas a cada niño.
Los casos más preocupantes de ojo vago son afortunadamente los menos frecuentes, pero que requieren intervenciones más urgentes y severas. En ocasiones puede existir una catarata desde nacimiento que impide el desarrollo de esa visión, un problema de tensión ocular (glaucoma congénito), o incluso tumores dentro del ojo o malformaciones. Todas estas situaciones requerirán de una actuación quirúrgica para restaurar las mejores condiciones para que el ojo pueda desarrollar su visión e incluso en ocasiones evitar problemas que pueden comprometer la vida del niño.
Cómo cuidar la salud audiovisual de nuestros hijos en tiempos de pandemia y confinamiento
Añadido a estas situaciones que siempre deben ser revisadas, los últimos tiempos nos han llevado a un aumento de la preocupación por el abuso de dispositivos móviles y su efecto sobre la visión de nuestros hijos. Si bien existen algunos estudios que apuntan la idea de que el abuso de estos dispositivos en determinadas sociedades impulsa el aumento de la miopía en la población, todavía son estudios que requieren de mayor análisis y verificación. Pero lo que sí originan el abuso de estos dispositivos, son dos situaciones concretas:
- Por un lado al estar mucho tiempo fijando los ojos en un punto determinado que nos llama mucho la atención, disminuimos inconscientemente la frecuencia del parpadeo, y dicho movimiento de los párpados tiene la finalidad de lubricar e hidratar la superficie ocular, con lo que al no realizarse, el ojo se enrojece y aumenta el lagrimeo.
- Asimismo cuando enfocamos la vista en un punto cercano durante mucho tiempo, en ocasiones el ojo hace un esfuerzo que luego dificulta su relajación, ocasionando falsas graduaciones de miopía que realmente no existen.
En la primera de las situaciones el sustituto de lágrimas artificiales es una buena alternativa cuando no queda más remedio que el empleo durante largos periodos de estos dispositivos; para la segunda, cuando observemos cualquier tipo de dificultad visual o de enfoque, deberemos acudir a nuestro médico oftalmólogo el cual tras la dilatación pupilar que comentamos (totalmente imprescindible en estos casos), nos verificará la exactitud de nuestra graduación y si precisamos algún tratamiento para evitar ese esfuerzo sobreañadido.
De todas formas en ambas situaciones, el empleo del sentido común es el mejor tratamiento, pero no está de más dar algunos consejos:
- No abusar de los dispositivos más allá de 20-30 minutos de forma continua cuando no sean necesarios.
- Acostumbrar a nuestros hijos a mirar a lo lejos en cortos periodos intermedios para evitar el enfoque constante y las dificultades que comentábamos.
- No está recomendado el empleo de estos dispositivos 2 horas antes de dormir, pues nos puede alterar los ritmos del sueño.
Un uso responsable de estos sistemas, con los que a la fuerza tendremos que convivir, es la mejor recomendación; los niños necesitan interactuar y socializarse con otros niños y el mejor método siempre es los deportes y juegos al aire libre.
En conclusión, debemos realizar controles periódicos de la visión de nuestros hijos desde que nacen y, especialmente, durante el desarrollo y hacerlos siempre por médicos oftalmólogos pues son los especialistas capacitados para resolver nuestras dudas y poner solución a los problemas que puedan surgir en beneficio de la salud visual de nuestros hijos. Las nuevas tecnologías son un gran avance para la sociedad, pero especialmente en los niños debemos seguir un uso responsable de ellas.
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