Gran error: si el niño no toma su siesta, dormirá antes por la noche

'¡Que no tome su siesta! Así se cansará más y se dormirá antes por la noche...'. Seguro que has escuchado frases como esta en alguna ocasión, ¿verdad? Hoy, gracias al consejo experto de Olga Sesé, resolveremos todas las dudas acerca de la siesta de los niños y de cuántas horas deben tener de descanso para tener grandes dosis de energía y desarrollarse de una forma saludable.

¿Qué pasa si un niño no toma su siesta diaria?

¿Es verdad eso que dicen que si un niño se echa la siesta luego no se dormirá tan bien por las noches? Muchos padres eliminan la siesta de los hijos antes de tiempo o retrasan la hora acostarles por la noche pensando erróneamente que, como estará más cansado, se dormirá enseguida. ¡En realidad es un mito!

Pero lo cierto es que los niños pequeños necesitan unas rutinas de sueño y unas horas en concreto de descanso: la siesta de después de comer (incluso más de una en otros momentos del día según la edad que tenga) e irse a la cama temprano.

Si un niño pequeño no duerme siesta, sí que llegará cansado a la noche, pero tan cansado y tan sobre estimulado que lograremos el efecto contrario: no se querrá ir a la cama, le costará mucho más conciliar el sueño e incluso se mostrará irritable y con más tendencia a las rabietas o los enfados. Además, se podría despertar más veces por las noches y, como consecuencia, a la mañana siguiente estaría agotado y somnoliento.

Y si eso pasa un día tras otro, se hará una 'bola' que no dejará que el niño ni realice bien sus actividades por el día ni crezca todo lo que debiera. A su vez, debido a la falta de horas de sueño tendrá problemas para concentrarse, atender en clase o realizar cualquier tarea. Incluso se enfadará por cosas que de otro modo no le daría apenas importancia.

¿Qué ayuda para que los niños duerman antes por la noche?

Que un niño duerma bien por las noches, para su descanso y el de sus padres, es cuestión de tiempo. Cuando son pequeños necesitarán más el contacto o la presencia de sus padres, sobre todo si durante las noches necesitan tomar algo de leche, ya que ya para ellos serían muchas horas sin ingerir alimento.

A partir de los dos años los niños suelen tener menos despertares nocturnos, poco a poco irán aprendiendo a volver a quedarse dormidos solitos cuando tienen algún despertar, ¡igual que nos sucede a los adultos!

Hasta entonces, lo que les ayuda mucho es, además de tomar la siesta si la necesitan, es crear una rutina predecible para ellos. Por ejemplo, por las tardes nos quedamos un ratito en el parque o damos un paseo, ya en casa leemos un cuento o jugamos; antes de cenar nos duchamos y después de la cena mamá y papá me dan un gran beso de buenas noches y me acompañan a la cama.

Si tu hijo no quiere irse a la cama solo, primero de todo piensa que es algo totalmente normal: es un momento de separación y a muchos niños les cuesta. Tampoco te enfades ni le regañes, le castigues o le pongas consecuencias negativas. En su lugar, procura llegar a un acuerdo: te llevo un poco de agua, me quedo cinco minutos y me voy a mi cama. Es la mejor forma de que se acostumbren poco a poco y de evitar que sientan miedos o inseguridades innecesarias.

¿A qué edad dejan los niños de dormir siestas?

Al igual que hay niños que comen más y otros menos, que aprenden a leer antes o un poco después, habrá niños que tengan necesidad de seguir con la siesta pasados los tres años y otros que la rechacen antes. Lo que debemos saber es que hasta primer curso de educación infantil incluido que es cuando tienen tres años los niños deben ser invitados a echarse un rato de siesta: crea para ellos un ambiente tranquilo, sin ruido, con una buena temperatura...

A partir de esa edad, debido a su desarrollo, muchos niños dejarán de tener la necesidad de acostarse un rato después de comer y otros en cambio necesitarán unos meses más ese momento de descanso.

Sabrás si tu hijo ya es capaz de aguantar el día entero cuando llegados a la noche no se muestre irritable, muy cansado o activado. Observa si descansa bien por las noches, si no tiene despertarse nocturnos y si durante el día tiene energía para dar y tomar.

Con todo y con ello, procura que después de comer tenga un momento relajado: le puedes decir que se acueste unos minutos, aunque no se duerma, que se siente con un libro en las manos o que se relaje escuchando un poco de música clásica. Este momento de desconexión tiene muchos beneficios para él: le hará estar tranquilo, afrontará la tarde de mejor humor y le será muy fácil concentrarse en cualquier tarea.

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